27 de agosto de 2009

Sencillamente agua

I

En aquel largo otoño

que viví coincidiendo

con varias primaveras.

En aquel largo otoño

envejecí cien años.

Hasta darle sentido

al pensamiento oculto,

a la voz, a la niebla.

Y hoy surgen las palabras

gota a gota, una a una,

destilándose simples.

Sencillamente agua.

II

Sencillamente agua

se me antojan los pinos,

la urbana fresca sombra

de laureles de Indias,

la cumbre, los senderos

hollados por mil pasos,

el rojizo color de la tierra

en que crece la verde laurisilva.

III

Sencillamente agua

se me antoja la niebla,

la bruma de la cumbre,

los charcos del camino,

la pequeña cascada pasajera

del barranco que corre.

IV

Sencillamente agua

se me antojan las rocas

de la playa, la arena,

la perpetua embestida

persistente, tozuda,

caprina, multicornia,

de la mar en la costa.

V

Sencillamente agua

se me antoja la mar

surcada por mil quillas,

herida sin descanso,

cicatriz permanente.

VI

Sencillamente agua

se me antoja la brisa,

el viento enfurecido,

el alisio, la calma,

el calor del verano,

la tormenta, la lluvia,

la calina y el humo.

VII

Sencillamente agua

se me antoja la vida,

la infancia, los juguetes,

el trabajo, la historia,

los profundos estudios,

la más pura poesía,

la lenta decadencia,

el nacer, la agonía.

VIII

Sencillamente agua

se me antoja tu sombra

tras haberte buscado

en campos, en silencios,

en la orilla del mar,

en la cumbre más alta,

en las calles estrechas,

en amplias avenidas.

Sencillamente agua

que mis manos no abarcan.

Sencillamente agua.

.......................

Francisco Suárez Trenor